EL CALVARIO DEL PUEBLO DE MI
PADRE.
Cuando no me salen versos me
salen coplas,
Dibujo ojos,
o trazo líneas que me
distraigan.
Cuando no me salen versos veo
la tele
y escucho a los políticos.
Veo películas, hablo con los
amigos,
critico, riño, y me río del
verso que está escondido.
Le toco la cola al gato de mi
vecino;
me pide siempre, el periódico
y los cigarrillos.
Voy a la compra, salgo a la
calle,
me peino en los espejos
cuando camino.
Cuando llegan los versos, así
de golpe,
entonces vienes tú con tus
tres cruces,
y me acuerdo del día, de la
mañana
que vimos el mar,
desde el calvario del pueblo
de mi padre.
De tu cruz y mi cruz en algún
álbum;
mucho antes de que te
cortases el pelo
y sacaras la corbata a
pasear.
Pero de lo que más me acuerdo
y no sé bien por qué,
quizás porque ahora me
gustaría sorprenderte,
desagraviarte por aquello,
fue de la tortilla que hice
tan poco lúdica,
de las patatas duras y de tu
enfado.
No tuvimos dos cruces en el
monte del olvido
ni canción que cantar, pero
me acuerdo.
Me acuerdo de la hormiga y la
hierba
y de tu abrazo,
del sol y el clavo borracho
de la risa,
del vino en la cantina
y de las medias rotas de los
atajos.
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