lunes, 31 de agosto de 2015

EL CALVARIO DEL PUEBLO DE MI PADRE.

Cuando no me salen versos me salen coplas,
Dibujo ojos,
o trazo líneas que me distraigan.
Cuando no me salen versos veo la tele
y escucho a los políticos.
Veo películas, hablo con los amigos,
critico, riño, y me río del verso que está escondido.

Le toco la cola al gato de mi vecino;
me pide siempre, el periódico y los cigarrillos.
Voy a la compra, salgo a la calle,
me peino en los espejos cuando camino.

Cuando llegan los versos, así de golpe,
entonces vienes tú con tus tres cruces,
y me acuerdo del día, de la mañana
que vimos el mar,
desde el calvario del pueblo de mi padre.
De tu cruz y mi cruz en algún álbum;
mucho antes de que te cortases el pelo
y sacaras la corbata a pasear.

Pero de lo que más me acuerdo
y no sé bien por qué,
quizás porque ahora me gustaría sorprenderte,
desagraviarte por aquello,
fue de la tortilla que hice tan poco lúdica,
de las patatas duras y de tu enfado.

No tuvimos dos cruces en el monte del olvido
ni canción que cantar, pero me acuerdo.
Me acuerdo de la hormiga y la hierba
y de tu abrazo,
del sol y el clavo borracho de la risa,
del vino en la cantina

y de las medias rotas de los atajos.

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